Aprovechando que hoy es el día mundial de la salud mental, creo que vale la pena analizar, desde otra perspectiva, lo que viene sucediendo en nuestro país y cómo eso afecta a quienes somos testigos, de primera mano, de la historia.
Para nadie es un secreto que el Perú se desangra por la corrupción. Estemos en un bando o en el otro, las negativas noticias diarias, las luchas de poder, la sensación de que no se avanza, repercuten negativamente y dejan un rastro en nuestra salud mental.
Pero ¿Qué es la salud mental? Según la OMS es el estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades [y por ende] puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad. En base a esta definición podemos tener clara la importancia de la salud mental para el desarrollo de las personas y por ende de un país.
Al estar tan expuestos diariamente a través de la prensa, la televisión, internet y las redes sociales, se van enraizando en nosotros sentimientos como el desaliento, la ira, la angustia, el miedo, la tristeza, la preocupación. Todos ellos contribuyen a aumentar nuestro stress y deteriorar nuestra salud mental, por lo tanto no solo dejamos de ser completamente productivos, sino que además nos volvemos más proclives a la violencia, a no preocuparnos por los demás, a desnaturalizar los valores con los que crecimos, etc. Así, poco a poco, nosotros mismos contribuimos a destruir nuestra sociedad.
Si a todo esto le sumamos que en países como el nuestro, la salud mental no es una prioridad para los ciudadanos y menos para el gobierno, tenemos una bomba de tiempo entre manos que podría explotar en cualquier momento, como lo hemos visto tantas veces a lo largo de la historia.
Para evitar esto deberíamos implementar acciones desde dos frentes importantes:
Lo que nos corresponde como individuos
• Entender que los problemas mentales no son un estigma o algo que debamos esconder.
• Pedir ayuda si la necesitamos, acudiendo a las personas que se preocupan por nosotros y a especialistas.
• Concentrarnos en lo que nos gusta o en lo que creemos que nos puede ayudar: Espiritualidad, arte, viajes, trabajo voluntario, etc.
• Más deporte, actividades al aire libre.
• Tratar de dosificar la información que recibimos a diario y cuando esta sea negativa, no asimilarla o dejar que ocupe todos nuestros pensamientos, actividades, conversaciones y/o interacciones.
Lo que le corresponde al Estado
• Propiciar un mejor clima social que permita que nos desarrollemos correctamente.
• Poner al alcance de los ciudadanos servicios de salud gratuitos y de bajo costo (dependiendo del sector al que estarán dirigidos ya que no todos pueden pagar por igual).
• Desarrollar campañas de concientización y ayuda.
• Mejorar la estructura urbana de las ciudades, ya que también influye en nuestras percepciones.
Al final, tener una vida mejor también depende de nosotros, hagamos bien nuestro trabajo.
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